
El recorrido de trabajo se construye en función de cada persona que viene a meditar y por lo tanto es siempre distinto. Las prácticas son individuales. En una primera instancia hablamos del tema que moviliza a alguien a buscar la meditación: un tema de salud, emocional, físico, mental, creativo, etc. Algo que en el presente genera cierto nivel de conflicto y desea ser solucionado. Una vez que hablamos de la vida cotidiana, incorporamos conceptos de distintas filosofías orientales y occidentales que nos ayudan a volver a mirar lo que nos sucede desde una nueva perspectiva. Luego hacemos un ejercicio de meditación guiada y visualización a dos voces, una femenina y otra masculina. En esas visualizaciones transitamos imágenes específicas para cada persona que ayudan a despertar emociones dormidas, descubrir aspectos desconocidos de nosotros mismos, ayudando a equilibrar las emociones y la energía mental.
A partir de entonces cada uno de los encuentros va a constar de una primera parte de construcción con la palabra. Investigamos cuál es el universo de sentidos y significantes a través del cual ve el mundo cada persona. En esta parte incorporamos a esa mirada concepciones filosóficas y espirituales que nos ayudan a tener una mirada más amplia, profunda, con el aprendizaje, la sabiduría, de conocernos a nosotros mismos. Y luego, las visualizaciones, son en cada encuentro más reveladoras. Encontrando así, tanto en las imágenes como en las técnicas, la manera específica con la que cada persona puede meditar en su casa de manera natural, con la misma espontaneidad (recuperada) con la que jugábamos cuando éramos niños.
Paulatinamente se van produciendo modificaciones en la persona y en su entorno. Porque, como decía Einstein, "Cuando cambiamos la forma de mirar al mundo [y de habitan en él], el mundo cambia de forma."
Alegremente, es el día de hoy y seguimos sorprendiéndonos junto a las personas que vienen a meditar, por los cambios profundos que cada uno realiza desde que empieza a cultivar el camino del descubrimiento interior.
Luego de una época de derrumbe llega el tiempo del solsticio, de la vuelta. La fuerte luz que antes fuera expulsada, vuelve a ingresar. Hay movimiento, y este movimiento no es forzado. Entrega. Se trata de un movimiento natural de aparición espontánea. Por eso también resulta enteramente fácil la transformación de lo viejo. Lo viejo es eliminado, se introduce lo nuevo. De la misma manera comenzamos a meditar. Percibimos los apoyos del cuerpo en la superficie del suelo. Vemos, ya no con lo ojos, sino con todo el cuerpo cómo es ese suelo que elegimos. Ese sostén. Le entregamos el peso a la Tierra que nos sostiene. Esa entrega es paulatina, fácil y espontánea. Cada vez que la cabeza quiere llevarnos a otra parte, sencillamente respiramos y recordamos dónde estamos. Recordamos con la memoria de los sentidos. Olfato, tacto, oído, vemos el lugar aún con los ojos cerrados, degustamos el sabor de la contención, el sabor de sentirnos cobijados, recibidos, sostenidos por la tierra, el aire, el cielo.